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The girl with many eyes

Mary Poppins

Mary Poppins

Desde pequeña siempre he sentido una envidia insana por Mary Poppins. No sé por qué me viene ahora este icono Disney, quizá por eso de estar en Londres, por el viento y por mi actual estado de desempleo. La contradicción está servida: Pese a haber visto unas 10 veces la peliculita, no dejo de odiar subconscientemente a Mary. Voy a trankimizarme (Olvido Gara dixit) con una breve tirada de dardos a la célebre cangurito.

 Empecemos por partes: 

1.    Mary Poppins llega volando a la Calle del Cerezo número 17, quita del medio a las pobres señoras que acudían a la entrevista para cuidar a Jane y Michael Banks, y se adjudica el puesto de canguro “prácticamente perfecta en todo”.

2.    Mary P. tiene la bolsa de viaje ideal, y punto. ¿Qué mujer no aspira a una bolsa de piel estilo Hermés en la pueda meter hasta la jaula del loro? ¿Se imaginan una bolsa de 50x50 en la que pudieran guardar sus colecciones otoño-primavera-verano-inverno, el secador, libros, revistas, jueguetes eróticos, etc? Asquerosa.

3.    Mary P. no tiene pelos en la lengua y, además de insultar al personal, la adoran. Eso porque tiene un metro amarillo que en lugar de centímetros escupe calificativos. ¿Y esa sonrisita que espeta cuando se mide a sí misma? ¿Han visto cosa igual?

4.    Mary P. tiene una piel increíble. Mira que volando salen puntos negros y se estropea. Pues a ella nada, parece que ha salido de un bote de Clinique.

5.    Mary P. ha vivido del cuento (del suyo propio con los niños) sin crítica alguna por parte de los ecologistas británicos. Mientras nos quieren quitar los vuelos de bajo coste con lo del calentamiento global (dejemos esto para otro día) no se fijan en que su icono infantil acude a la caza del zorro y se pone a cantar. Menudo ejemplo para la infancia.

6.    Mary P. nos hace sufrir toda la película con su nunca consumada tensión sensual con el destornillador, músico y mi primer amor platónico cinematográfico, el irresistible Dick Van Dyke. No se rían, su presencia en la pantalla despertó mis primeras taquicardias de mujer y aclaró las inexistentes dudas sobre mi condición sexual. Sigo amando a Van Dyke, que a sus 82 está hecho todo un gentleman. Desde aquí te lo digo, Dick: Gracias por no enrollarte con Mary. Ya sabes que hubiera sido un infierno (¿O te imaginas usando la dichosa cinta métrica para otros menesteres? Oh, dear).

1 comentario

SANTIAGO -

ME GUSTARIA ESTAR CONMARYPPOPINS